Reformar el pensamiento para reformar la enseñanza y reformar la enseñanza para reformar el pensamiento. Edgar Morin propone, para la reforma del pensamiento, los principios que permitirán seguir la indicación dada por Pascal: "Considero imposible conocer las partes sin conocer el todo, igualmente imposible conocer el todo sin conocer cada parte en particular?" Estos principios conducen más allá de un conocimiento fragmentado que, al hacer invisibles las interacciones entre un todo y sus partes, rompe lo complejo y oculta los problemas esenciales; de la misma manera conducen más allá de un conocimiento que, al no ver más que las globalidades, pierde el contacto con lo particular, lo singular y lo correcto.
Conducen, también, a remediar la funesta desunión entre el pensamiento científico, que disocia los conocimientos y no reflexiona sobre el destino humano, y el pensamiento humanista, que ignora las experiencias de las ciencias que pueden alimentar sus interrogantes sobre el
mundo y sobre la vida. De ahí surge la necesidad de una reforma del pensamiento, referida a nuestra aptitud para organizar el conocimiento que permitiría la unión de las dos culturas divorciadas. Así, podrían reaparecer las grandes finalidades de la enseñanza que deberían ser inseparables: crear una mente bien ordenada más que bien llena, enseñar la condición humana, enseñar a vivir, afrontar la incertidumbre, enseñar a ser ciudadano.