Este libro nos presenta la historia de un hijo perdido, Miguel, que abandonó de joven su familia, que se casó en un país lejano y que, tras una vida poco ordenada, murió en otro país lejano en circunstancias poco claras. Su madre podrá llorarlo, pero no entender sus secretos. Retomando una vieja forma narrativa, la novela epistolar, Natalia Ginzburg enhebra con maestría asuntos nucleares de su quehacer literario: la relación entre generaciones y la proximidad y lejanía de lo humano. Si bien esta novela se sitúa bajo el signo de la dispersión de los sentimientos y de su incomunicabilidad, apunta, por encima de todo, a la soledad esencial y su vacío."En la peculiaridad de esa mirada que recoge y cose los jirones está precisamente el secreto de la vitalidad creativa de Natalia Ginzburg, y también en su capacidad para elevar el "tono menor" a categoría universal"."Carmen Martín Gaite ha sabido volcar intacto, y casi diríamos que con pureza, el intimismo de Natalia Ginzburg al español sin perder su tensión".Pedro Corral, ABC"Es difícil hacerse con el secreto de la prodigiosa prosa de esta mujer. Sus textos funcionan a base de acumulación, como una letanía. Y de pronto, se produce el milagro, en la sencillez se abre el abismo, el lector cae dentro de la herida abierta, sorprendido, conmovido."Elena Hevia, El Periódico"El ritmo lento, el lenguaje coloquial, los numerosos diálogos, el análisis inocente de insignificancias diarias y el pensamiento femenino más íntimo pueblan sus páginas".Toni Montesinos, La Razón"Una traducción de lujo".Diario de Mallorca"Natalia Ginzburg enhebra con maestría asuntos nucleares de su quehacer literario: la relación entre diferentes generaciones y la proximidad o lejanía de lo humano".El Diario Vasco"El conjunto es un relato elegante, muy literario de un minimalismo detallista".Ángel García Prieto, Aceprensa"El lector probará en este sencillo relato amargura, soledad, vacío, rencor y algún espejismo de bondad o breve esperanza, todo ello envuelto en buena literatura y humanidad, cercanía de los personajes, al fin y al cabo".Capítulo IV