|
Kurt Vonnegut (1922-2007) publicó su primera novela en 1952. Desde entonces, y hasta su muerte, su obra no dejó de desconcertar a la crítica «oficial». Incapaces de clasificar al autor que, con su estilo directo, de frases concisas, parágrafos breves y lenguaje sencillo, se atrevía no solo a plantearse las preguntas más trascendentales (¿quiénes somos? ¿de dónde venimos?,etc.), sino a encontrar las respuestas, los sabios lo relegaron al universo menor de la ciencia ficción, «allí donde van a parar los escritores que, además de escribir, saben cómo funciona una nevera», como diría el propio Vonnegut.
Muy distinta fue la reacción del público. A partir de la publicación de Matadero cinco, Vonnegut se convirtió en el escritor de referencia de la contracultura. Sucesivas generaciones de lectores han ido manteniendo viva su obra, hasta doblegarla resistencia de la cultura oficial, que por fin se inclina ante este idealista desencantado, heredero de Aristófanes y de Mark Twain, quien, pese a tener una pobre opinión del género humano, y aplicarla igual a los héroes que a los villanos, fue demasiado inteligente para convertirse en un maniático y demasiado tierno para convertirse en un cínico; y que nunca pudo, ni quiso, refrenar su enorme capacidad para divertir y entretener. Su prosa clara y su acerado sentido del humor le permiten soltar como quien no quiere la cosa, verdades como puños: las verdades últimas, las que vienen después de convenciones, ideologías e ideas preconcebidas, las que te dejan solo y desnudo ante el mundo. Las que te revelan el secreto del sentido de la vida:«Estamos aquí para ayudarnos los unos a los otros a pasar por esto, se trate de lo que se trate».
En1944, Kurt Vonnegut fue enviado a la guerra en Europa. Participó en la batalla de las Ardenas y fue hecho prisionero. Se encontraba en Dresde, trabajando en una fábrica de suplementos dietéticos para embarazadas, cuando la ciudad, joya de la arquitectura barroca, fue bombardeada y arrasada. Pensó que le sería muy fácil escribir un libro sobre esto: bastaría con contarlo que había visto. Pero lo que le salió fue este Matadero cinco, un libro que, según su autor, «... si es tan corto, confuso y discutible es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una matanza solo queda gente muerta que nada dice ni nada desea: todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan».
¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza. Algo sí como:
«¿Pío-pío-pí?».
|