No confíes en un libertino
Annie Burrows
Su fama de libertino era de sobra conocida?
Se rumoreaba que lord Deben, que necesitaba un heredero y era el libertino más afamado e impenitente de Londres, se había olvidado de su predilección por las amantes casadas y estaba dedicando toda su atencion a seducir a jóvenes inocentes y virtuosas.
Sin embargo, si lord Deben creía que Henrietta Gibson iba a acudir al chasquido de sus dedos, estaba muy equivocado. Ella sabía perfectamente por qué tenía que eludir a caballeros de su reputación:
Si la tocaba una sola vez con sus labios, no podría mirar a otro hombre.
Si sus diestros dedos le rozaban el borde del escote, se derretiría en sus brazos.
Además, bastaría que uno de los mil rumores fuese cierto para saber que nunca jamás podría confiar en un libertino...
Corazón de hielo
Marguerite Kaye
Era un hombre incapaz de amar...
Al despertar en una cama desconocida, Henrietta Markham se encontró ante el hombre más sensual y misterioso que había visto nunca. Lo último que recordaba era haber sido atacada por un ladrón... sin embargo, le pareció mucho más peligroso que su salvador fuera el célebre conde de Pentland.
Desde el fracaso estrepitoso de su matrimonio, por las venas de Rafe Saint Alban fluía hielo. Pero al conocer a la impetuosa y atractiva Henrietta su sangre comenzó a calentarse hasta alcanzar el punto de ebullición.
Después de que ella fuera acusada de un robo que no había cometido, Rafe se descubrió ofreciéndose a ayudarla. Pero ¿podría la inocencia de Henrietta doblegar a un consumado libertino como él?