He escrito este poemario de un tirón, su contenido me ha aparecido en sueño.
Todo lo que puedo decir sobre este libro es que es mío, he escrito sobre lo que conozco, mis heridas y las heridas de las mujeres. He escrito sobre los abortos, sobre el desamor, sobre el conflicto con la maternidad y la familia, sobre la culpa y el olvido.
Amo las palabras y no puedo soportar que se olviden los instantes increíbles que todos vivimos y en los que conseguimos tocar la profundidad de la vida.
También he escrito este poemario para hacer algo con la pena.
Cuando escribo busco nombrar lo que no se nombra habitualmente, porque duele, y en este sentido para mí la escritura es un espacio similar a la terapia.
Los seres humanos somos seres lastimados, y nuestras heridas se calman con el amor y el arte, que devuelven la esperanza donde no hay esperanza.
La vida es un campo de flores y de espinas, y como me dijo Cristóbal Jodorowsky en una tarde de su último verano, la poesía es "la espina que echa miel".