Tras pronunciar un atroz juramento, el señor de Ventimiglia se lanza al mar acompañado por sangrientos bucaneros, dando inicio a una cacería sin tregua, para vengar la muerte de sus hermanos, sorteando los más variados peligros: las balas de los guardias, la devoradora y húmeda selva, los barcos de la flota española, la furia de las tormentas, el apetito de los caníbales y los ojos de la mujer que ama.