El movimiento de la Ilustración se consideró como el sol de la razón que disiparía la oscuridad de la superstición y reduciría a la nada a la religión. Vivimos en una época que muestra al menos la ingenuidad de tales pretensiones. La vida contemporánea de las religiones es testimonio fehaciente de que la concepción ilustrada de este fenómeno fue muy limitada. Pero asimismo tendría que afirmarse que la exaltación actual del fenómeno religioso dista mucho de eximirnos de un renovado esfuerzo crítico del mismo. Pocos ejemplos más acabados de esta complejidad que la filosofía kantiana de la religión: por una parte, se renuncia a toda demostración racional de la existencia o inexistencia de Dios, pero, por otra, se la afirma como condición necesaria de un bien supremo que da sentido a la vida humana. Surgen entonces varias posibilidades de interpretación, desde aquellas que encuentran contradicciones en el pensamiento de Kant, hasta otras que recomendarían una cuidadosa "lectura entre líneas" de sus textos. La presente obra quiere ser un llamado a reconocer la complejidad del problema y de su tratamiento en Kant.